Desde hace 148 años que el 8 de marzo es un día en que las feminidades son absolutas protagonistas. A partir de la lucha feminista, este día también deja de significar unas flores y unos bombones con forma de corazón. Se conmemora un día de lucha, una demanda de justicia. La reivindicación de una igualdad en el reconocimiento de derechos laborales, sociales, culturales, económicos, políticos, entre otros.

En lo que a nosotrxs nos concierne, nos gustaría conversar sobre la relación de las feminidades con la tierra.  Hace poco en nuestro Instagram contábamos lo revolucionario que resulta el gesto de guardar semillas. La posibilidad de ver brotar aquello que comimos o disfrutamos una temporada anterior es un acto de placer y de soberanía lleno de ternura.  Es aquí a donde queremos hacer hincapié nosotrxs.

Los vínculos de trabajo con la tierra nos ofrecen la posibilidad de la ternura con una misma y con el entorno. Reivindicamos a las identidades femeninas como trabajadoras de la tierra. Históricamente ha sido un espacio de poder y conocimientos habitado por las feminidades. Sin embargo, a partir de la industrialización, los varones han ido tomando como propio el terreno de la agricultura. Desde Mi Casita de Tierra recuperamos la idea de conexión comunitaria para pensar las identidades femeninas y la tierra ¿Por qué? Porque aprender a cultivar involucra una consciencia activa con el entorno, con la vitalidad y con lo cíclico. Reconocerse parte y agente de los contextos que habitamos y consecuentemente respetarlos y nutrirlos.

Ante esto nos interesa rescatar la potencia creativa de las feminidades para continuar disputando los espacios de poder. Y destacar la acción de registro y de archivo de memorias, fragmentos de historias que se transmiten desde abuelas a nietas, vecinas, madres, amigas que nos permite a la actualidad acudir a plantas para cuidar de nuestra salud alimentaria, mental y corporal.